La inmigración amortigua la caída demográfica
La inmigración regular está sirviendo para que España afronte uno de los mayores problemas europeos: el invierno demográfico
Los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) no dejan lugar a dudas: la inmigración está amortiguando la caída demográfica que sufre España desde hace tiempo. Así, el saldo migratorio (la diferencia entre las personas que se van de España y las que llegan) del primer semestre del año, que fue de +121.564, ha servido para compensar el descenso vegetativo de la población (nacimientos menos muertes), que arrojó un saldo negativo de 46.273 personas. En total, la población en nuestro país ha subido hasta situarse en 46,7 millones, lo que no deja de ser un alivio en unos momentos en los que el problema demográfico preocupa a todos.
Lejos de su fría lógica estadística, estos datos nos sirven también para desmontar la idea de que los inmigrantes son meros parásitos de recursos sociales en un país que no los necesita. Por lo pronto, la inmigración está sirviendo para esquivar uno de los problemas más graves a los que se enfrenta Occidente: el llamado invierno demográfico, ese inexorable proceso de declive vegetativo de la población que ha hecho que se enciendan todas las alarmas. Si la población no crece y se invierte su pirámide, es decir, si cada vez hay más viejos que jóvenes, es evidente que el funcionamiento de cuestiones vitales como las pensiones se verá seriamente amenazado. Por eso la inmigración, como demuestra la estadística del INE, es más una solución que un problema para nuestro país.
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